En lo más profundo de los bosques, habita una criatura misteriosa y tímida: los piesgrandes. Evitan la presencia humana, pero su curiosidad a veces los acerca a los grupos que acampan en la oscuridad de la noche. Observan sus pertenencias y, de vez en cuando, se atreven a balancear sus caravanas o automóviles.
Estos seres han sido vistos merodeando cerca de casas de campo y aldeas, atraídos por la promesa de comida fácil. Los criptozoólogos han sostenido durante años su existencia, a pesar de haber sido rechazados por la ciencia y de la falta de pruebas contundentes. Algunas teorías populares sugieren que podrían ser neandertales que han sobrevivido o antiguos simios.
Un equipo de la Universidad de Oxford ha recopilado muestras de estos piesgrandes. Las personas suelen escuchar ruidos o ver sombras, y luego encuentran cabellos que atribuyen a estas criaturas. Sin embargo, de las 36 muestras analizadas, todas resultaron ser de animales comunes, e incluso una de ellas pertenecía a un humano.
También se les conoce como Sasquatch, nombre que se les dio en Estados Unidos y Canadá, así como Big Foot. Según la leyenda, se distribuyen principalmente en las imponentes cordilleras de Adirondacks, las Rocosas y los Apalaches, así como en regiones densamente arboladas y escasamente pobladas.
La primera referencia documentada de estas criaturas se remonta a 1840, gracias al reverendo Elkanah Walker. Su nombre se debe a las gigantescas huellas encontradas, que miden entre 38 y 45 centímetros de largo. Supuestamente, estos piesgrandes poseen cinco dedos, un arco poco pronunciado y una anchura de aproximadamente 20 centímetros.
Se cree que son seres nocturnos, ya que la mayoría de los avistamientos ocurren en la oscuridad. Algunos especulan que podrían ser descendientes del Gigantopithecus, una antigua especie de simio gigante. En las sombras de los bosques, los piesgrandes continúan alimentando la fascinación y el misterio que los rodea.
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